miércoles, 3 de junio de 2009

ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE CON RECUERDOS

Era la hora de la merienda y algunos volvían de la escuela, otros se despertaban de la siesta obligada, en fin, las panzas estaban vacías.
Uno se sentaba esperando la aparición de una gran torta de chocolate con mucho, mucho dulce de leche, coco, etc, etc y una bofetada clasista nos bajaba el copete con un plato repleto de cositas amorfas que mirábamos con una mezcla rara de bronca, hambre y decepción. Acompañadas de otras cositas amorfas, terriblemente feas, intocables e incomibles que generaban aprehensión.
¡Cuántas meriendas arruinaban! ¡Cuántas ganas de budines y tartas amenazadas por estas alimañas culinarias!
Claro, estamos escribiendo de las famosas galletitas de animalitos y los confites de dudoso relleno.
Esgrimimos la bandera de la solidaridad con todos aquellos que tuvieron que tragarse tamañas bazofias a la fuerza y pedimos a sus fabricantes cambien esos ingredientes terribles que tanto mal han hecho a nuestra inocente niñez.




Astakasuna

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