Uno se sentaba esperando la aparición de una gran torta de chocolate con mucho, mucho dulce de leche, coco, etc, etc y una bofetada clasista nos bajaba el copete con un plato repleto de cositas amorfas que mirábamos con una mezcla rara de bronca, hambre y decepción. Acompañadas de otras cositas amorfas, terriblemente feas, intocables e incomibles que generaban aprehensión.
¡Cuántas meriendas arruinaban! ¡Cuántas ganas de budines y tartas amenazadas por estas alimañas culinarias!
Claro, estamos escribiendo de las famosas galletitas de animalitos y los confites de dudoso relleno.
Esgrimimos la bandera de la solidaridad con todos aquellos que tuvieron que tragarse tamañas bazofias a la fuerza y pedimos a sus fabricantes cambien esos ingredientes terribles que tanto mal han hecho a nuestra inocente niñez.
Astakasuna
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